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domingo, 5 de octubre de 2014

Capítulo 11~ ADM



— hey lindo, ¿quieres divertirte un rato conmigo? No cobro— decía mordiéndose el labio.

— no gracias, espero a alguien— mentí.

— si tu compañía no llega, te estaré esperando— me dijo y me cerró el ojo.

Estaba en un bar que no es muy lindo que digamos, en realidad no espero a nadie, pues la verdad a la persona que espero, no creo que venga ya que no sabe que estoy aquí, aquí hay muchas mujeres con poca ropa, y muy atrevidas, algunas tienen los labios rojos, demasiado diría yo, son las 4.00 am y no quiero ir a casa, no quiero ver a Taylor, porque si lo veo lo querré matar, es mi hermano lo sé, pero por su culpa Ana se fue, y eso me pone mal, ella es la única mujer en el mundo que amo, sé que ella esto lo está haciendo porque me fui, pero no tenía opción, con Taylor no nos llevamos nada bien, y sé que ella no tenía la culpa, pero debía hacerlo, lo recuerdo como si hubiera sido ayer, y eso que fue hace más de 100 años


*Flashback*

Londres 1851, año nuevo, por pasar al 1852

Estábamos Taylor y yo arreglándonos para la fiesta de fin de año, en Londres, esta era una de las fiestas que más me gustaban, además de los cumpleaños, la diferencia es que este año, soy algo fuera de lo normal, ya no soy un humano común y corriente, soy un vampiro, un fuerte y muy guapo vampiro, mis hermanos dicen que soy egocéntrico, altanero, un completo idiota, ah y un arrogante, quizás lo soy, pero que puedo hacer me rompieron el corazón, cuando fui tierno me trataron mal, cuando quise casarme y tener una familia me engañaron, cuando me enamore me lastimaron, nunca más me volveré a enamorarme de nadie, quizás tenga aventuras, quizá mate mucha gente, quizás pueda ilusionar como hicieron conmigo, eso lo veré en el tiempo, después de todo tengo toda la eternidad…

—Chicos se ven muy guapos— dijo Ana entrando a la habitación con un vestido muy lindo, de hecho ella se veía bien con todo.

— Me pueden recordar ¿Por qué debemos ir a la fiesta?— dijo Taylor molesto, no le gustaban las fiestas, a diferencia de Ana y de mí.

— porque es año nuevo, tenemos que celebrar.

—Además habrá mucha gente— dijo mordiéndose el labio— tengo hambre, debemos comer, ¿verdad Edward?— dijo mirando con una cara de súplica para que le dijera que sí.

— Claro, hay mucha sangre fresca— dije pensando en todas las chicas que podía matar.

— ustedes no mataran a nadie— dijo Taylor enojado, como siempre.

— No porque tú comas sangre animal, nos vas a prohibir a nosotros comer sangre humana— le dije un poco enojado.

—chicos, cálmense— decía Ana interponiéndose entre nosotros.

— estoy calmado, y aun no entiendo porque deben matar a tanta gente inocente, ellos no les hacen nada, no pueden ser tan crueles.

— ¿y a ti los animales te hacen algo?— dije terminando de arreglar mi traje.

— ¿A qué te refieres?— dijo confundido

— a que tú matas animales, y nadie te dice nada.

— es distinto.

— ¿Por qué? ¿Porque lo dices tú?, por favor Taylor haces lo mismo que nosotros, solo que en vez de disfrutar la sangre humana, bebes sangre animal, ni que estuvieras a dieta— le dije burlándome, sabía que de un momento a otro explotaría, y ahí se desencadenaría un gran pelea.

— ¡yo no soy un asesino como TÚ!— dijo enojado, lo conseguí, esto se pondrá bueno.

— al menos yo no me debilito, al ver sangre humana, hermanito.

— ¿no te debilitas?, Edward tú no te controlas con nada ni nadie, no recuerdas cuando querías matar a Ana— eso fue un golpe bajo.

— Eso es parte del pasado— dije gritando.

— no Edward, eso no es parte del pasado, ese suceso te seguirá siempre, cada vez que veas a Ana, te acordaras que la quisiste matar.

— ¡ya cállate!— ¿Cuándo se dieron vuelta los papeles? Yo lo debía hacer enojar.

— ¿y si no lo hago qué?, ¿me golpearas?— dijo desafiándome.

— Sabes que soy capaz— le dije sabiendo que lo golpearía de un momento a otro.

— vamos hazlo— me dijo poniendo su pecho contra el mío.

Cuando me iba a lanzar contra él, Ana se interpuso, sabiendo que a ella no le haría daño, estaba llorando, de seguro recordó todo lo que paso hace un año, con… Alisson.

—Por favor no peleen— decía sollozando— no hoy, es 31 de diciembre, por una vez ¿podrían controlarse?— me partía el corazón verla llorar, y eso no me pasaba con nadie, ni siquiera con… mamá.

— Entonces dile a este que me deje en paz— decía enfadado.

— si no quieres ir a celebrar, no vayas, nos da igual, quédate leyendo tus aburridos libros.

— ¿sabes que es lo que pasa contigo?

— ¿qué? ¿Me vas a dar una de tus hipótesis?— le dije burlándome

— lo que pasa, es que te pesa la muerte de nuestros padres, te pesa que por tu culpa Alisson los haya matado, te pesa que estuviste a punto de matar a nuestra hermana, te quieres hacer el fuerte pero no puedes porque tienes la conciencia sucia, no vives en paz y nunca lo harás— me dijo con rencor.

— ¡Taylor ya cállate! Edward no lo escuches, nada de eso fue tu culpa— me decía mirándome con sus ojos de ternura, pero sabía que no tenía razón.

— Muérete— le dije con odio

— ya estoy muerto, gracias a ti ¿Por qué lloras hermanito? ¿Duele verdad?, duele que te digan todas las cosas en tu cara, duele saber que…— no pudo terminar porque Ana le pego una bofetada, no me lo esperaba, de hecho ninguno se lo esperaba.

— Ana déjalo, que se ahogue con sus palabras, aun así a él le dolerá más, saber que cayó en el mismo juego que yo, saber que a él Alisson nunca lo amo, que todos sus esfuerzos fueron en vano— le dije secándome mis lágrimas.

—Edward por favor no sigan peleando, después se arrepentirán de todas las cosas que dijeron.

— Nunca me arrepentiré, de todo lo que le he dicho, porque sé que es verdad, y él también lo sabe— dijo apuntándome.

— no te quiero escuchar más, me voy, te dejare a ti y a tus animalitos tranquilos, no nos volveremos a ver nunca, y si lo hacemos seremos dos COMPLETOS EXTRAÑOS.

Me fui de ahí, y escuche como Ana lloraba, que hacia berrinche, Taylor no dejaría que me siguiera, no sabía qué hacer, no sabía dónde ir, pero aquí no me quedaría, bien en el fondo sabia, que todo lo que dijo Taylor era verdad.

*Fin del Flashback*

Mire mi reloj y vi que ya eran las 5:30, debía irme, o seguiría recordando, todos los momentos tristes, tome mi chaqueta y vi como las chicas se me quedaban mirando con deseo y sus pensamientos eran aun peor, o tal vez eran mejor, no le tome importancia y me dirigí a casa, donde estaba mi querido hermanito, aun no sé porque volví de Cambridge, debería haberme quedado allá, lo malo es que estaban sospechando, allá son muy tradicionalistas, creen en los vampiros, brujas y hombres lobo, y tienen razón todas esas cosas están más cerca de lo que creen, aquí en Londres muy poca gente cree en eso, los más antiguos solamente saben, por historias que le contaron sus ancestros, pero no les creen, dicen que están locos, si supieran que los locos son ellos, por no hacerles caso, llegue a casa y Taylor ya estaba levantado, claro era de esperarse, estaba feliz, como desearía poder leerle la mente.

— veo que no llegaste en toda la noche ¿te divertiste?— dijo de brazos cruzados.

— ufff no tienes la menor idea, si quieres te la presento— le dije burlón, y dirigiéndome a la habitación para tomar mi maleta que aún no estaba hecha.

— no gracias. 

Hice mi maleta a la velocidad de la luz, y baje.

— ¿y bien ya te despediste de Elissabet?

— sí y te mando saludos— dijo sonriente.

— En serio— dije feliz ¿Por qué rayos me puse feliz?

— No — comenzó a burlarse de mi— vaya que te tiene encantado esa chica— dijo tomando su maleta y dirigiéndose a la entrada.

— A mí no me encanta nadie, yo encanto, que te quede claro— dije frustrado, al parecer me estaba atrayendo esa chica de cuerpo sexy.

— como digas, ¿nos vamos?

— Sí, tu vete en tu camioneta y yo me voy en mi preciado volvo— dije acercándome a mi hermoso auto.

— ¿No te irás conmigo?— dijo haciendo pucheros

— vaya que amaneciste de buen humor, hermanito, ¿qué paso?, Elissabet te dijo que sí— dije en todo de broma, pero en verdad esperaba que dijera que no.

— claro que no y no quiero que vuelvas a hablar así de ella— dijo tomándome de la camisa y demasiado serio.

— ufff, mira como la defiendes, pero bueno si la defiendes será porque te gusta demasiado.

— owww como te gustaría, que fueras tú al que ella deseara, en vez de andar con todos los chicos de la universidad— dijo recuperando su humor de hace un rato, estupidez de don el que tiene.

— Sabes que no me importa ¿Por qué insistes?— dije ya fastidiado y cambiando de tema, eso me afectaba más de lo que pensaba.

— Por nada, ¿nos vamos?— dijo subiéndose a su coche.

— Tú me sigues— le dije subiéndome al mío.

— Ya quisieras— dijo echando a andar su auto.

Partimos rumbo al aeropuerto, estacionamos los autos y nos dirijamos a comprar los pasajes.

— deja la convenzo de que nos regale los pasajes— le dije sonriendo por tener de mi lado el ser guapo.

— Haz lo que quieras— dijo yendo a sentarse.

— hola, podría venderme 2 pasajes por favor— le dije poniendo mi voz seductora, ninguna me decía que no cuando hablaba así, excepto Elissabet, ¿te quieres olvidar de ella? Me dijo mi subconsciente.

— para ti son gratis, guapo— me dijo en un tono sensual y guiñándome el ojo, por la ventanilla pude ver cómo era, era una chica de unos 29 años, de pelo castaño claro, pero no rubio, tenía ojos cafés como los de Elissabet, ¡olvídala! me repetía una y otra vez lo mismo, y un escote muy provocativo, no creo que se pueda usar en el trabajo.

— Si así lo quieres— le dije en un tono muy sensual, que creo que casi se derrite.

— toma— me dijo mirando a ambos lados para que nadie la viera, y junto con los boletos venia un papel, lo abrí y era un número de teléfono, la mire y ella sonrió, con esta ya van 20 regaladas que he tenido que ver, camareras, la del equipaje cuando recién llegue, chicas que veo en la calle, wow cuantas regaladas hay en el mundo, pero Elissabet nada, ni siquiera un cordial sonrisa, solo cruzamos 2 palabras HOLA y ADIOS.

Me dirigí donde estaba sentado Taylor, se veía cansado, ¿Qué habrá hecho ayer para que este así?, lo moví, y al parecer estaba durmiendo, porque me miro con una cara de *estaba tranquilo hasta que llegaste*.

— lo siento, si te desperté, pero nos tenemos que ir.

— ¿terminaste de coquetearles a las chicas?

— estas envidioso, porque solamente yo lo puedo hacer, ¿además que crees?

— Te los reglaron— dijo parándose del asiento y tomando el boleto que iba con el número de teléfono de la chica que ni siquiera me sabia el nombre— ¿y esto?

— Que te puedo decir, soy irresistible— le dije caminando en dirección donde se abordaba al avión.

— Lo que digas— dijo en tono sarcástico y en bajo volumen.

— te escuche.

Nos dirigimos al avión, y nos subimos, miraba por la ventana, los ojos me empezaron a pesar, y me quedé dormido

(...)

— ¡¡amor!!— me decía una chica despertándome, me abrazaba por atrás.

— Hola cariño, ¿Cómo dormiste?— al fijarme en su cara vi que era… Elissabet.

— a tu lado siempre duermo bien— dijo dándome un beso, el beso se subió de tono, y de ser un beso tierno e inocente se convirtió en un beso apasionado, comenzábamos a quitarnos la ropa, y cuando estaba en lo mejor, siento que me llaman.

— Hey Edward, despierta— me decían moviéndome.

No quería soltar a Elissabet, pero ella poco a poco, comenzó a vestirse, se levantó, y salió por la puerta, sin decir palabra alguna.

— Elissabet no te vayas— decía gritándole, pero ella ya se había ido.

— ¡¡despierta!!— me dijeron moviéndome aún más, reconocí esa molesta voz, era Taylor.

— ¿Por qué me despertaste?— le decía bostezando.

— porque ya vamos a llegar.

— ¿Y solo para eso me despertaste?— dije molesto

— Sí, así que “Elissabet no te vayas”— decía codeándome y riéndose, no puede ser hable dormido

— ¿De qué hablas?— dije mirando la ventana y haciéndome el tonto.

— Estabas hablando dormido, y al parecer estabas soñando con Elissabet — decía burlándose de mí.

— No es verdad— le dije cruzándome de brazos y mirando a cualquier lado, para que no notara que estaba nervioso.

—Lo que digas Elissabet — dijo dando por terminada la conversación.

El  avión estaba aterrizando, y el piloto estaba hablando, en eso paso una azafata rubia, o más bien teñida, porque tenía raíces negras, y me pasó un papel guiñándome el ojo, ya son 21, ella siguió su camino y tire el papel disimuladamente, el avión aterrizo y con Taylor nos bajamos.

— llegamos, vamos en busca de Ana, tú búscala por todo el lado este y yo por el lado oeste, ¿de acuerdo?

—ok, si la encontramos ¿Cómo le avisamos al otro?

— Aquí hay una casa desocupada— me dijo dándome una dirección— ahí nos juntaremos, ¿bien?

— Bien, nos vemos, que te vaya bien— le dije marchándome.

— A ti igual Elissabet — gritó, a lo que no lo mire, pero si sonreí.




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