— hey lindo, ¿quieres divertirte un rato conmigo?
No cobro— decía mordiéndose el labio.
— no gracias, espero a alguien— mentí.
— si tu compañía no llega, te estaré esperando— me
dijo y me cerró el ojo.
Estaba en un bar que no es muy lindo que digamos, en realidad
no espero a nadie, pues la verdad a la persona que espero, no creo que venga ya
que no sabe que estoy aquí, aquí hay muchas mujeres con poca ropa, y muy
atrevidas, algunas tienen los labios rojos, demasiado diría yo, son las 4.00 am y
no quiero ir a casa, no quiero ver a Taylor, porque si lo veo lo querré matar,
es mi hermano lo sé, pero por su culpa Ana se fue, y eso me pone mal, ella es
la única mujer en el mundo que amo, sé que ella esto lo está haciendo porque me
fui, pero no tenía opción, con Taylor no nos llevamos nada bien, y sé que ella
no tenía la culpa, pero debía hacerlo, lo recuerdo como si hubiera sido ayer, y
eso que fue hace más de 100 años
*Flashback*
Londres 1851, año nuevo, por pasar al 1852
Estábamos Taylor y yo arreglándonos para la fiesta
de fin de año, en Londres, esta era una de las fiestas que más me gustaban,
además de los cumpleaños, la diferencia es que este año, soy algo fuera de lo
normal, ya no soy un humano común y corriente, soy un vampiro, un fuerte y muy
guapo vampiro, mis hermanos dicen que soy egocéntrico, altanero, un completo
idiota, ah y un arrogante, quizás lo soy, pero que puedo hacer me rompieron el
corazón, cuando fui tierno me trataron mal, cuando quise casarme y tener una
familia me engañaron, cuando me enamore me lastimaron, nunca más me volveré a
enamorarme de nadie, quizás tenga aventuras, quizá mate mucha gente, quizás
pueda ilusionar como hicieron conmigo, eso lo veré en el tiempo, después de
todo tengo toda la eternidad…
—Chicos se ven muy guapos— dijo Ana entrando a la
habitación con un vestido muy lindo, de hecho ella se veía bien con todo.
— Me pueden recordar ¿Por qué debemos ir a la
fiesta?— dijo Taylor molesto, no le gustaban las fiestas, a diferencia de Ana y
de mí.
— porque es año nuevo, tenemos que celebrar.
—Además habrá mucha gente— dijo mordiéndose el
labio— tengo hambre, debemos comer, ¿verdad Edward?— dijo mirando con una cara
de súplica para que le dijera que sí.
— Claro, hay mucha sangre fresca— dije pensando en
todas las chicas que podía matar.
— ustedes no mataran a nadie— dijo Taylor enojado,
como siempre.
— No porque tú comas sangre animal, nos vas a
prohibir a nosotros comer sangre humana— le dije un poco enojado.
—chicos, cálmense— decía Ana interponiéndose entre
nosotros.
— estoy calmado, y aun no entiendo porque deben
matar a tanta gente inocente, ellos no les hacen nada, no pueden ser tan
crueles.
— ¿y a ti los animales te hacen algo?— dije
terminando de arreglar mi traje.
— ¿A qué te refieres?— dijo confundido
— a que tú matas animales, y nadie te dice nada.
— es distinto.
— ¿Por qué? ¿Porque lo dices tú?, por favor Taylor
haces lo mismo que nosotros, solo que en vez de disfrutar la sangre humana,
bebes sangre animal, ni que estuvieras a dieta— le dije burlándome, sabía que
de un momento a otro explotaría, y ahí se desencadenaría un gran pelea.
— ¡yo no soy un asesino como TÚ!— dijo
enojado, lo conseguí, esto se pondrá bueno.
— al menos yo no me debilito, al ver sangre
humana, hermanito.
— ¿no te debilitas?, Edward tú no te controlas con
nada ni nadie, no recuerdas cuando querías matar a Ana— eso fue un golpe bajo.
— Eso es parte del pasado— dije gritando.
— no Edward, eso no es parte del pasado, ese suceso
te seguirá siempre, cada vez que veas a Ana, te acordaras que la quisiste
matar.
— ¡ya cállate!— ¿Cuándo se dieron vuelta los
papeles? Yo lo debía hacer enojar.
— ¿y si no lo hago qué?, ¿me golpearas?— dijo
desafiándome.
— Sabes que soy capaz— le dije sabiendo que lo
golpearía de un momento a otro.
— vamos hazlo— me dijo poniendo su pecho contra el
mío.
Cuando me iba a lanzar contra él, Ana se
interpuso, sabiendo que a ella no le haría daño, estaba llorando, de seguro
recordó todo lo que paso hace un año, con… Alisson.
—Por favor no peleen— decía sollozando— no hoy, es
31 de diciembre, por una vez ¿podrían controlarse?— me partía el corazón verla
llorar, y eso no me pasaba con nadie, ni siquiera con… mamá.
— Entonces dile a este que me deje en paz— decía
enfadado.
— si no quieres ir a celebrar, no vayas, nos da
igual, quédate leyendo tus aburridos libros.
— ¿sabes que es lo que pasa contigo?
— ¿qué? ¿Me vas a dar una de tus hipótesis?— le
dije burlándome
— lo que pasa, es que te pesa la muerte de nuestros
padres, te pesa que por tu culpa Alisson los haya matado, te pesa que estuviste a
punto de matar a nuestra hermana, te quieres hacer el fuerte pero no puedes
porque tienes la conciencia sucia, no vives en paz y nunca lo harás— me dijo
con rencor.
— ¡Taylor ya cállate! Edward no lo escuches, nada
de eso fue tu culpa— me decía mirándome con sus ojos de ternura, pero sabía que
no tenía razón.
— Muérete— le dije con odio
— ya estoy muerto, gracias a ti ¿Por qué lloras
hermanito? ¿Duele verdad?, duele que te digan todas las cosas en tu cara, duele
saber que…— no pudo terminar porque Ana le pego una bofetada, no me lo
esperaba, de hecho ninguno se lo esperaba.
— Ana déjalo, que se ahogue con sus palabras, aun
así a él le dolerá más, saber que cayó en el mismo juego que yo, saber que a él Alisson nunca lo amo, que todos sus esfuerzos fueron en vano— le dije secándome
mis lágrimas.
—Edward por favor no sigan peleando, después se
arrepentirán de todas las cosas que dijeron.
— Nunca me arrepentiré, de todo lo que le he
dicho, porque sé que es verdad, y él también lo sabe— dijo apuntándome.
— no te quiero escuchar más, me voy, te dejare a
ti y a tus animalitos tranquilos, no nos volveremos a ver nunca, y si lo
hacemos seremos dos COMPLETOS EXTRAÑOS.
Me fui de ahí, y escuche como Ana lloraba, que
hacia berrinche, Taylor no dejaría que me siguiera, no sabía qué hacer, no
sabía dónde ir, pero aquí no me quedaría, bien en el fondo sabia, que todo lo
que dijo Taylor era verdad.
*Fin del Flashback*
Mire mi reloj y vi que ya eran las 5:30, debía
irme, o seguiría recordando, todos los momentos tristes, tome mi chaqueta y vi
como las chicas se me quedaban mirando con deseo y sus pensamientos eran aun
peor, o tal vez eran mejor, no le tome importancia y me dirigí a casa, donde estaba
mi querido hermanito, aun no sé porque volví de Cambridge, debería haberme quedado
allá, lo malo es que estaban sospechando, allá son muy tradicionalistas, creen
en los vampiros, brujas y hombres lobo, y tienen razón todas esas cosas están
más cerca de lo que creen, aquí en Londres muy poca gente cree en eso, los más
antiguos solamente saben, por historias que le contaron sus ancestros, pero no
les creen, dicen que están locos, si supieran que los locos son ellos, por no
hacerles caso, llegue a casa y Taylor ya estaba levantado, claro era de
esperarse, estaba feliz, como desearía poder leerle la mente.
— veo que no llegaste en toda la noche ¿te
divertiste?— dijo de brazos cruzados.
— ufff no tienes la menor idea, si quieres te la
presento— le dije burlón, y dirigiéndome a la habitación para tomar mi maleta
que aún no estaba hecha.
— no gracias.
Hice mi maleta a la velocidad de la
luz, y baje.
— ¿y bien ya te despediste de Elissabet?
— sí y te mando saludos— dijo sonriente.
— En serio— dije feliz ¿Por qué rayos me puse
feliz?
— No — comenzó a burlarse de mi— vaya que te tiene
encantado esa chica— dijo tomando su maleta y dirigiéndose a la entrada.
— A mí no me encanta nadie, yo encanto, que te
quede claro— dije frustrado, al parecer me estaba atrayendo esa chica de cuerpo
sexy.
— como digas, ¿nos vamos?
— Sí, tu vete en tu camioneta y yo me voy en mi
preciado volvo— dije acercándome a mi hermoso auto.
— ¿No te irás conmigo?— dijo haciendo pucheros
— vaya que amaneciste de buen humor, hermanito,
¿qué paso?, Elissabet te dijo que sí— dije en todo de broma, pero en verdad
esperaba que dijera que no.
— claro que no y no quiero que vuelvas a hablar
así de ella— dijo tomándome de la camisa y demasiado serio.
— ufff, mira como la defiendes, pero bueno si la
defiendes será porque te gusta demasiado.
— owww como te gustaría, que fueras tú al que ella
deseara, en vez de andar con todos los chicos de la universidad— dijo
recuperando su humor de hace un rato, estupidez de don el que tiene.
— Sabes que no me importa ¿Por qué insistes?— dije
ya fastidiado y cambiando de tema, eso me afectaba más de lo que pensaba.
— Por nada, ¿nos vamos?— dijo subiéndose a su
coche.
— Tú me sigues— le dije subiéndome al mío.
— Ya quisieras— dijo echando a andar su auto.
Partimos rumbo al aeropuerto, estacionamos los
autos y nos dirijamos a comprar los pasajes.
— deja la convenzo de que nos regale los pasajes—
le dije sonriendo por tener de mi lado el ser guapo.
— Haz lo que quieras— dijo yendo a sentarse.
— hola, podría venderme 2 pasajes por favor— le
dije poniendo mi voz seductora, ninguna me decía que no cuando hablaba así,
excepto Elissabet, ¿te quieres olvidar de ella? Me dijo mi subconsciente.
— para ti son gratis, guapo— me dijo en un tono
sensual y guiñándome el ojo, por la ventanilla pude ver cómo era, era una chica
de unos 29 años, de pelo castaño claro, pero no rubio, tenía ojos cafés como
los de Elissabet, ¡olvídala! me repetía una y otra vez lo mismo, y un escote
muy provocativo, no creo que se pueda usar en el trabajo.
— Si así lo quieres— le dije en un tono muy
sensual, que creo que casi se derrite.
— toma— me dijo mirando a ambos lados para que
nadie la viera, y junto con los boletos venia un papel, lo abrí y era un número
de teléfono, la mire y ella sonrió, con esta ya van 20 regaladas que he tenido
que ver, camareras, la del equipaje cuando recién llegue, chicas que veo en la
calle, wow cuantas regaladas hay en el mundo, pero Elissabet nada, ni siquiera
un cordial sonrisa, solo cruzamos 2 palabras HOLA y ADIOS.
Me dirigí donde estaba sentado Taylor, se veía
cansado, ¿Qué habrá hecho ayer para que este así?, lo moví, y al parecer estaba
durmiendo, porque me miro con una cara de *estaba tranquilo hasta que
llegaste*.
— lo siento, si te desperté, pero nos tenemos que
ir.
— ¿terminaste de coquetearles a las chicas?
— estas envidioso, porque solamente yo lo puedo
hacer, ¿además que crees?
— Te los reglaron— dijo parándose del asiento y
tomando el boleto que iba con el número de teléfono de la chica que ni siquiera
me sabia el nombre— ¿y esto?
— Que te puedo decir, soy irresistible— le dije
caminando en dirección donde se abordaba al avión.
— Lo que digas— dijo en tono sarcástico y en bajo
volumen.
— te escuche.
Nos dirigimos al avión, y nos subimos, miraba por
la ventana, los ojos me empezaron a pesar, y me quedé dormido
(...)
— ¡¡amor!!— me decía una chica despertándome, me
abrazaba por atrás.
— Hola cariño, ¿Cómo dormiste?— al fijarme en su
cara vi que era… Elissabet.
— a tu lado siempre duermo bien— dijo dándome un
beso, el beso se subió de tono, y de ser un beso tierno e inocente se convirtió
en un beso apasionado, comenzábamos a quitarnos la ropa, y cuando estaba en lo
mejor, siento que me llaman.
— Hey Edward, despierta— me decían moviéndome.
No quería soltar a Elissabet, pero ella poco a poco,
comenzó a vestirse, se levantó, y salió por la puerta, sin decir palabra
alguna.
— Elissabet no te vayas— decía gritándole, pero
ella ya se había ido.
— ¡¡despierta!!— me dijeron moviéndome aún más,
reconocí esa molesta voz, era Taylor.
— ¿Por qué me despertaste?— le decía bostezando.
— porque ya vamos a llegar.
— ¿Y solo para eso me despertaste?— dije molesto
— Sí, así que “Elissabet no te vayas”— decía
codeándome y riéndose, no puede ser hable dormido
— ¿De qué hablas?— dije mirando la ventana y haciéndome
el tonto.
— Estabas hablando dormido, y al parecer estabas
soñando con Elissabet — decía burlándose de mí.
— No es verdad— le dije cruzándome de brazos y
mirando a cualquier lado, para que no notara que estaba nervioso.
—Lo que digas Elissabet — dijo dando por terminada
la conversación.
El avión
estaba aterrizando, y el piloto estaba hablando, en eso paso una azafata rubia,
o más bien teñida, porque tenía raíces negras, y me pasó un papel guiñándome el
ojo, ya son 21, ella siguió su camino y tire el papel disimuladamente, el avión
aterrizo y con Taylor nos bajamos.
— llegamos, vamos en busca de Ana, tú búscala por
todo el lado este y yo por el lado oeste, ¿de acuerdo?
—ok, si la encontramos ¿Cómo le avisamos al otro?
— Aquí hay una casa desocupada— me dijo dándome
una dirección— ahí nos juntaremos, ¿bien?
— Bien, nos vemos, que te vaya bien— le dije
marchándome.
— A ti igual Elissabet — gritó, a lo que no lo
mire, pero si sonreí.
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