—
Andrew yo…— trato de explicarle
—
¿Es verdad?— con Edward nos miramos— ¡Contesten!— grita y veo como Taylor y
Caroline aparecen por la escalera
—
Sí, pero…
—
¿Cómo lo saben?— pregunta interrumpiendo a Edward. Él me mira ¿Le mostramos la foto? Pregunta en mi
mente, yo asiento
—
A Elissabet le llegó un mensaje— le extiende el teléfono, él lo toma y las
lágrimas comienzan a caer por sus mejillas lenta y dolorosamente
—
Ten— le devuelve el teléfono a Edward y en silencio baja las escaleras, escucho
como la puerta principal se abre y se cierra al instante
—
¿Puedo ver?— pregunta Taylor con un nudo en la garganta, Edward le extiende el
teléfono y él se cubre la boca para que no escuchemos un sollozo, no funciona.
Caroline
se acerca a él y ve la foto, se queda en silencio y lo que vaya a decir es
interrumpido por el llano desgarrador de Taylor. Ella lo abraza y él llora en
su hombro. Edward me mira, no sé qué decir. Me hace señas para que vayamos a la
habitación, le digo que se adelante y que iré por algo a la cocina. Caroline se
lleva a Taylor a la habitación de huéspedes donde se están quedando, bajo las
escaleras y me dirijo a buscar una bolsa con sangre para Edward.
Voy
a buscar un vaso y veo que la leche de mis niños está encima, ¿Cómo sé si está
caliente? Pongo unas gotitas en mi dedo y veo que está tibia, la dejo ahí y le
llevo la bolsa de sangre a Edward.
Al
llegar a la habitación escucho unos sollozos que provienen de adentro, se me
encoge el corazón. Entro sin hacer ruido y lo veo sentado en la orilla de la
cama, de espaldas a la puerta, me acerco a él por detrás y lo abrazo por el
cuello pero se levanta y camina hacia la ventana
—
No me gusta que me vean llorar— murmulla y se seca las lágrimas pensando que no
lo he visto
—
Edward soy tu esposa
—
Aun así— se gira a verme y sus ojos están brillosos, me acerco a él y le
acaricio el mentón
—
Llorar no es malo
—
No recuerdo cuando fue la última vez que lloré— me dice, lo quedo mirando en
silencio y lo atraigo hacia mí, nos quedamos abrazados sumidos en un silencio
absoluto, solo se escuchan sus sollozos.
—
Edward debes…
—
No completes esa oración— me interrumpe y se separa de mí
—
Ni siquiera sabes que iba a decir— le reclamo
—
Que te dejara ir a enfrentar a Alisson— me quedo callada
—
Edward… yo puedo…
—
No perderé a otra mujer en mi vida— me corta secamente— no quiero perder a
nadie más, no lo soportaría
—
No me perderás— le digo acercándome a él
—
Me dijiste que nunca me abandonarías— me mira con el ceño fruncido y aún con
ojos brillantes
No
puedo decir nada contra eso
—
Ve a alimentar a Ethan y Fernanda, estaré bien— me dice, no puedo dejarlo… no en esas condiciones— lo prometo— me
susurra y luego me besa en los labios.
Salgo
de la habitación y antes de cerrar la puerta me giro a mirarlo, tiene una foto
en las manos… las lágrimas caen una detrás de otra, cierro la puerta y bajo
antes de lanzarme a sus brazos y decirle que todo lo que está pasando no es más
que una pesadilla de la cual pronto despertaremos.
(…)
Termino
de alimentar a Fernanda, sus ojos verdes me recuerdan a Edward, sonrío.
Acaricio su cara, su piel pálida y suave me hace olvidarme de todos los
problemas, Ethan se durmió apenas le di de comer, verlos dormir era una de las
cosas más bellas de la vida.
—
¿Cómo está?— la voz de Caroline me saca de mis pensamientos
—
Traté de leer sus pensamientos pero está dormido— le contesto distraída
—
¿Trataste qué?— me pregunta, me doy cuenta de lo que he dicho, le sonrío
inocentemente. Ella se sienta a mi lado
—
Leer sus pensamientos
—
¿Ese es tu don? ¿Lees los pensamientos de las personas? ¿Puedes leer el mío?
¿Cómo lo supiste? ¿Cuál será mi don?— entre tanta pregunta no sé cómo pude
entenderle
—
Tranquilízate— me río y ella sonríe avergonzada— No, mi don no es leer las
mentes— trato de leer sus pensamientos… no puedo— Con Edward estábamos
discutiendo y él tocó mi brazo, una corriente eléctrica se deslizó desde por
todo mi cuerpo y pude leer sus pensamientos. No sé cuál será tu don— me río
—
No contestaste si podías leer mi mente
—
No puedo— le contesto insegura, trato de hacerlo nuevamente pero no puedo, es
como si ella no quisiese que los leyera
—
¿Cómo que no puedes?
—
No puedo, trato de leerla y es como si tú quisieses que no lo hiciera
—
¿A qué te refieres?
—
A eso, no puedo leer tu mente
—
Eso es ilógico— frunce el ceño— Espera, ¿Cuál es tu don?
—
Toco a un vampiro e inmediatamente obtengo su don— sonrío de lado
— Tócame el brazo— me dijo extendiendo su brazo
La miré extrañada, comencé a acercar mi mano y
toqué su brazo… la misma corriente eléctrica que sentí con Edward, ella me
miró… sé que sintió lo mismo. Traté de leer su mente nuevamente y pude escuchar
con claridad como si me hubiese hablado “¿Cómo
puedo hacer que Taylor se sienta mejor?” sonaba tan tierna
— ¿Qué?— preguntó al ver que no contestaba
— Sonó tierno
— ¿El qué?
— Eso de querer hacer sentir a Taylor mejor
— ¿Pudiste leer mi mente?
— Sí— sonreí
— ¿Y cuál es mi don?— fruncí el ceño… No sabía. Me
encogí de hombro
— Si me pasa algo extraño, es tu don— sonreí y ella
se echó a reír— necesito pedirte un favor
— Claro ¿Qué pasa?
— Edward no quiere que vaya por Alisson…
— Ninguno quiere— me interrumpió
— Pues tendrás que ayudarme— ella frunció el ceño y
le sonreí lo más dulce que pude— ¿Sí?
— ….
~Edward
Comencé a removerme incómodo, la cama ya se me
había hecho muy dura. Me levanté y vi que aún tenía la foto de Ana y mía,
acaricié la foto una vez más. Aun no puedo creer que ella haya muerto, suspiré
enfadado y cansado, ya estoy cansado de
que todo el que está a mí alrededor muera, pensé recordando las muertes que
habían ocurrido desde que conocí a Alisson, la imagen de mis abuelos se
incrustó en mi mente como si le hubiesen puesto un clavo para evitar que se
saliera.
Caminé hacia el pasillo, escuchaba como Elissabet y
Caroline hablaba, no escuchaba nada más. Ellas no hablaban hace días, así que
supuse que sería mejor ir a ver a Taylor y saber cómo estaba, si bien nuestra
relación de hermanos no es un ejemplo a seguir me preocupo mucho por él,
después de todo es mi hermano menor y la única familia que me queda.
Entré sin hacer mucho ruido y él estaba acostado en
la cama hecho un ovillo humano, tenía el ceño fruncido marcado en la frente,
sonreí… eso era de familia. Lo moví un par de veces hasta que abrió los ojos,
vi el brillo de esperanza en sus ojos, de seguro creía que lo de hace un rato
había sido una simple pesadilla. Luego al ver mi cara, se sentó y el dolor
regresó a su cara.
Me senté a su lado, no sabía bien que decir… ni
siquiera sabía si existía alguna palabra para decir.
— Hay que asesinarla— oí que dijo rompiendo el
silencio
— Sabes que eso es imposible
— Debe de haber una posibilidad
— Es inmortal
— Todo el mundo tiene su punto débil
— Ella no— vi cómo me miró detenidamente y una
sonrisa se extendió por su cara— ¿Qué?
— Tú— dijo
— ¿Yo qué?
— Tú eres su punto débil
— No entiendo a qué te refieres— me levanté de la
cama
— Ella te ama
— Solo es obsesión
— Como quieras llamarlo, pero tú eres el único que
puede matarla
— ¿Cómo?— crucé los brazos sobre mi pecho y levanté
una ceja
— No lo sé— suspiró frustrado, rodeé los ojos— ¿Y
si la convences de suicidarse?
— ¿Cómo?
— Mmm… ella no le encontraría sentido a la vida si
pierde a su capricho
— ¿Quieres que me suicide?
— No, ósea sí, bueno algo así
— Explícate— dije serio
— Puedes fingir tu muerte
— No pasará
— Entonces da tú una idea
— Deben de haber millones de ideas mucho mejores
que esa
— Da una— repitió
— ¿Por qué no te suicidas tú?
— Porque ella te ama a ti…— cuando dijo eso una
imagen se vino a mi cabeza, un libro… Lori tenía un libro que guardaba en una
caja dentro de su armario, siempre lo tuvo escondido allí—…eso. ¿Me estás
escuchando? — asentí con la cabeza distraído.
Salí de la habitación y escuché como los pasos de
Taylor me seguían mientras seguía tratando de convencerme de suicidarme. Caminé
con paso decidido y llegué a la habitación que ocupaba Lori, todo estaba igual,
ella ni siquiera se había molestado en venir a sacar sus cosas.
— ¿Por qué viniste hasta aquí?
Ignoré la pregunta de Taylor y me puse a buscar en
el armario, la ropa era molesta y no me dejaba ver con claridad. Sabía que Lori
guardaba acá su libro, la había visto numerosas veces, pero ahora no encontraba
el libro en ninguna parte
— ¿Qué buscas?
— Un libro
— ¿De qué?
Lo ignoré y saqué todas las cosas del armario
lanzándolas lejos
— ¿De qué?— repitió
— Es de Lori, puede sernos útil
— ¿Y no lo encuentras?— me giré a mirarlo con mala
cara— claro— sonrió
Sentí como se acercó a buscarlo conmigo, revisamos
cada rincón y no había nada, retrocedí pensando en dónde podía estar, si no se
llevó la ropa es porque no había venido, el libro tenía que estar ahí. Me
acerqué al armario nuevamente
— Muévete— empujé a Taylor, él levantó la cabeza y
se golpeó en la parte de arriba donde había una plataforma que sujetaba
perfumes, el espejo que estaba en medio, se separó hacia los lados y vi cómo
aparecía un libro de cuero café, estaba en forma vertical y tenía mucho polvo
— ¿Es eso?
— Sí— le contesté tomándolo
— ¿Y qué es?
— Es un libro— me reí
— Ya sé que es un libro, pero para que sirve
— Esto hermano… puede ser nuestra salvación— sonreí
y lo abrí… no me gustó lo que vi.
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