~Alan
— Al— siento como me mueven
— Quiero dormir un poco más— hablo dormido
— Al, despierta tenemos clases— las pequeñas manos de
mi hermana me siguen moviendo
— ¿Y si hoy no vamos?
— Alan— pone su voz seria
— Está bien, está bien. Ve a cambiarte de ropa para
que nos vayamos— me estiro para despertar
— Ya me cambié— la miro, su cabello castaño está
desordenado, sus ojos verdes me miran con inocencia y veo que está vestida de
rosado
— ¿Y esa ropa?
— La tenía guardada
— Nunca te la había visto— frunzo el ceño
— No nos vemos mucho— ella se muerde sus labios y
algo se encoge dentro de mí, levanto su barbilla para que me mire
— Lamento
eso… pero sabes que debo trabajar
— No tendrías que hacerlo si aceptaras el dinero de
mamá— habla en voz baja, cierro los ojos tratando de controlar mi enojo… con la
sola mención de esa señora, mi ánimo cambia.
— Ángella… no quiero hablar de eso contigo
— Nunca quieres hablar de nada conmigo
— Esos temas no son para niñas como tú
— Tengo siete años, no soy una niña— me río y me
levanto
— Lo olvidé, ya no eres una niña. Eres toda una
mujer— la miro detenidamente, ella me mantiene la mirada y finalmente ríe— no
dejes nunca de reír principessa— ella me dice que me incline a su altura
— Eres el mejor hermano que una chica pudiese querer—
dice para luego besar mi mejilla, la miro a sus enormes ojos verdes y beso su
frente
— Te amo mucho, no lo olvides
— Y yo a ti— rodea mi cuello con sus pequeños brazos
(…)
— Cuando sea grande nos compraré una casa rosada
gigante— me río
— No viviré en una casa de muñecas, olvídalo—
acomodo su rosada mochila en mi hombro, me debo ver muy varonil vestido
completamente de negro y con mochila de princesa
— Anda, di que sí. Será divertido, podrás tomar el
té con Míster Panza— me hago una imagen mental de mi sentado con osos de felpa,
una taza rosada en mis dedos conversando con mi hermana en una casa de Barbie,
me río
— Sospecho que ese Míster Panza me roba las galletas—
ella se ríe y doblamos en una esquina, veo su pequeña escuela unos metros más
allá
Una vez que llegamos, veo como todos los niños se
despiden de sus padres… me hubiese gustado que papá estuviese aquí. Todo era
mejor cuando estaba.
— ¿Qué debes hacer cuándo salgas?
— Esperarte hasta que llegues— me contesta
— ¿Qué no debes hacer nunca?
— Hablar con extraños
— ¿Por qué?
— Porque no los conozco
— ¿Quién es el mejor hermano del mundo?
— Tú— me sonríe, adoro su sonrisa
— Que te vaya bien— beso su frente y ella corre
hacia adentro
— ¿La adoras no es así?
— Es mi vida— le contesto a Beatrice, miro mi reloj
y veo que es tarde para la estúpida escuela— luego nos vemos, se me hace tarde.
Cuídala
— Claro que sí— me sonríe y prácticamente corro al
instituto.
(…)
Una vez que
llego al edificio, entro y me doy cuenta de que los chicos están entrando a
clases. Justo a tiempo… igual que siempre.
Camino a mi casillero y saco los cuadernos de la
materia que toca, el científico es definitivamente lo mejor, y obviamente las
clases de “clásico” son lo peor, es una pérdida de tiempo, es decir ¿para qué
me sirve saber acerca de la división del trabajo? Es lo más tonto que he
escuchado en mi vida, y eso que tengo una hermana de siete años con mucha
imaginación.
Cierro el casillero y siento una vibración en el
bolsillo de mi pantalón, saco mi celular y leo un mensaje:
“Grosse,
el entrenador llama a una reunión extraordinaria ahora”
Genial, me perderé matemáticas— nótese el sarcasmo—
sigo sin entender porque me metí en eso. Guardo nuevamente los cuadernos en el
casillero, ya que las reuniones del entrenador siempre duran dos horas… y mi
clase dura dos horas.
Camino hacia el salón que está al lado del gimnasio,
veo que hay algunos chicos sentados esperando que el entrenador llegue.
Me siento en la última silla a esperarlo, miro por
el salón y comienzo a buscarlo
— Sé que me amas Grosse, pero no tienes que buscarme
tanto— escucho la burlesca voz de Matt
— No te emociones tanto Bartoli— le sonrío, Matt
Bartoli… el amor de toda chica en este instituto… y la causa de porque estoy
metido en futbol— Aun no entiendo porque tengo que estar yo aquí
— Tres motivos— con sus dedos hace un tres— Eres mi
mejor amigo, eres excelente para el futbol y… las porristas son muy sexys
— Tres palabras— lo imito— no… me… interesa
— ¡Oh vamos!— reclama
— No soy bueno para el futbol— él pone una cara
extraña y entrecierra los ojos
— En el último partido corriste desde mitad de área
y le hiciste un gol a un chico que nadie le hace
— Digamos que las pelotas bajas no son lo suyo—
sonrío
— Además… todas las chicas vienen a verte jugar—
otra vez con el mismo tema
— En primera, viene por ti. En segunda… no me
interesan las chicas
— No me digas que ya te volviste Marica— se burla
— No se trata de eso, es solo que… ya tengo una
chica en mi vida y es la única a la que amo
— Tu hermana de siete años no cuenta
— Le diré que no te haga galletas cuando vayas—
sonrío internamente
— ¡No! Sus galletas son deliciosas, les pone esas
chispas de chocolate que son deliciosas… aun no me da la receta
— Estás loco— me río
— Tal vez, pero no me cambies de tema. Aun no
entiendo porque odias a las mujeres
— Porque son mentirosas, traidoras y vanidosas—
pienso en la mujer que me dio la vida… ¿Por qué tenía que abandonarme a mí? O
pero aun ¿Por qué abandonó a su pequeña hija?
— Hermano… no todas son como tu madre
— No lo sé y no quiero averiguarlo tampoco— me giro
hacia el frente y doy el tema como zanjado
El entrenador entra justo a tiempo para hablarnos de
que es muy importante ganar este partido, porque es contra nuestros
archirrivales los idiotas de Arizona.
Comienzo a pensar en… ¿Cómo alguien puede ser tan
egoísta y vanidosa como para abandonar a sus dos hijos? Si papá hubiese estado
vivo… quizás nada de eso habría pasado, quizás ella no se hubiese ido con su
novio imbécil… ni yo tendría que haber madurado tan de golpe, quizás hasta
podría querer a una chica.
Pero no, no fue así y debo dejar de fantasear,
sacudo la cabeza y alejo todos esos pensamientos para concentrarme en lo que
dice el entrenador.
Dos horas después finalmente el entrenador nos deja
salir, tengo cinco minutos antes de que empiece mi próxima clase. Salgo
rápidamente de allí y me dirijo hacia los casilleros. Saco mis cuadernos y
camino en dirección contraria para llegar a biología.
Comienzo a mirar mi cuaderno para recordar que fue
lo último que vimos, paso una hoja y siento como choco con alguien, despego la
vista de mi cuaderno.
Miro de donde viene y veo que es el baño de mujeres,
veo a la chica en el suelo, su cabello castaño claro rodea su pálida cara, sus
ojos color pardo se ven furiosos… oh claro… ya sé quién es
— ¿Puedes tener más cuidado y dejar de pensar un
minuto en el espejo del baño? — le digo serio, jamás había conocido a una chica
tan superficial, egocéntrica y mal educada como ésta, seguramente en su casa le
dan todos sus caprichos… odio la gente así. Ella me fulmina con la mirada
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