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domingo, 14 de diciembre de 2014

Capítulo 17~ ATP

— ¿Lady? ¿Estás lista?— asentí colocándome las gafas negras.

Salimos de la habitación tomado de las manos, él iba vestido con una camisa blanca y una chaqueta negra al igual que los pantalones. Bajamos las escaleras y estaban todos listos, asentí con la cabeza y fueron saliendo uno por uno a través de la puerta, tomé a mis bebés con la ayuda de Edward y salimos igualmente.

El día era horrible, creo que hasta el cielo quería llorar, ¿siempre que pasa algo malo el día está así de deprimido? Edward abrió la puerta trasera del auto y metimos a los bebés en las cunas y los aseguramos con los cinturones, Edward abrió la puerta de copiloto para que entrara, me coloqué el cinturón y el auto se puso en marcha hacia el cementerio.

El camino fue en silencio, sentía la mirada preocupada de Edward sobre mí pero no podía pensar en nada más que… había perdido a Alexander. El cementerio principal de Manchester era gigante, tenía muchas estatuas. Entramos en el auto y buscamos donde estacionarnos, me dijeron que no viniera… por los bebés… pero no podía dejar de despedir a mi amigo que siempre estuvo ahí para mí.

Mis pensamientos divagaban solos, me sentía incompleta… me sentía culpable… me sentía…

— ¿Lady?— llamó Edward, lo miré y tenía la puerta abierta para que bajara.

No había hablado con nadie las últimas setenta y dos horas… no podía. Edward bajó el coche que había metido en el maletero y bajé a una durmiente Fernanda, la coloqué en su sitio y la aseguré con el cinturón. Luego bajé a Ethan dormido también, no me había dado cuenta pero ya tenían los ojos abiertos. Realmente crecían como inmortales, lo coloqué al lado de su hermana y lo aseguré igualmente. Edward conducía el coche con una mano mientras que con la otra me llevaba a mí, estoy segura que parecía una muñeca de trapos. 

Taylor, Andrew y dos chicos que no había visto nunca, llevaban el féretro donde iba él. Las chicas iban atrás supongo, todo era silencio, no había de que hablar tampoco.
Nos detuvimos frente a una tumba donde sacaban tierra, había algo así como una red donde colocaron el féretro, los chicos comenzaron a bajar todas las flores que había.

— Estamos aquí reunidos, para despedir la dulce alma de nuestro hermano Alexander Timothy Haier Beretta— comenzó el sacerdote

El tiempo pasó lento y lleno de agonía, Leyó una lectura acorde al momento más una reflexión que supongo fue improvisada. Escuché como lloraba mucha gente atrás de mí… mujeres más que nada, supongo que era su familia. Traté de hacerme la fuerte todo el tiempo, pero me quebré cuando la madre lo despidió

— Mi hijo Alexander… era muy joven— comenzó diciendo, era una señora de unos cuarenta y cinco años, con el cabello negro y algunas canas— tenía muchos sueños, muchos objetivos… muchos…— comenzó a sollozar— muchos… proyectos. Proyectos que no podrá cumplir, como ser padre y tener una esposa— las gafas negras no dejaban ver sus ojos, pero de seguro estaban rojos e hinchados— él… era mi niño, mi bebé… él era mi todo… y se fue— comenzó a llorar mucho más, un señor se acercó a ella y la comenzó a abrazar… no había duda de que era su padre. Era igual a Alexander solo que con más años— dicen que no hay nada más doloroso que… un padre entierre a su hijo… y es verdad— se apoyó en el pecho de su esposo, las lágrimas de mis ojos ya no las podía detener

— Cuando nos dijeron que nuestro hijo había muerto a manos de unos delincuentes… no supimos cómo reaccionar— habló el padre, se notaba que trataba de hacerse el fuerte por su esposa— nos dio impotencia… rabia… dolor… y por sobre todo tristeza…— tenía los ojos rojos, seguro había llorado mucho— es difícil escuchar una noticia así y más saber que… la policía no hará nada… igual que siempre— dijo con enojo— en momentos así… es cuando te das cuenta que tener mucho dinero no te sirve de nada, el dinero no pudo evitar que asesinaran a mi hijo— las lágrimas comenzaron a caer por sus ojos y ambos se fueron a sentar. Limpié mis lágrimas y me saqué las gafas, me levanté de mi asiento y caminé para hablar.

— Tuve la suerte de conocer a Alexander hace un tiempo atrás, tuve la suerte de conocer su… sonrisa, su… forma de alegrar a quien fuese con solo una palabra, su forma de ver la vida— era poca gente. De seguro era solo la familia, al lado izquierdo estaba, supongo yo, toda su familia. Y al otro lado estaban los amigos— él… sin duda… era un gran chico, alguien que no podré olvidar jamás… porque alguien como él… es difícil de olvidar— sonreí entre lágrimas recordando todo— siempre me hablaba de su familia— miré hacia ellos y la madre estaba atenta a todo lo que decía— me hablaba… de lo mucho que amaba pelear con sus hermanas— dos chicas rubias abrazadas a su padre, comenzaron a llorar— me hablaba… de que quería ser como su padre, fuerte… luchador… y amante de su familia— besó la cabeza de una de sus hijas, las lágrimas volvieron a caer por sus mejillas— y… me hablaba de su madre…— se escuchó un sollozo audible de parte de ella— de lo mucho que la amaba… de lo importante que era escuchar sus consejos…y de los regaños que recibía cuando él tenía novia… porque siempre terminaba con las chicas cuando se enteraba de que no les gustaba leer— ella se río, supongo que recordando— él no era solo un chico, no era solo un amigo… ni hermano o hijo… él era… la felicidad misma… y nunca podré reemplazarlo— me bajé llorando, odiaba llorar y jamás podía parar.

Subieron más personas, diciendo lo mucho que lo querían… lo mucho que lo recordaban… y lo mucho que lo extrañarían. El sacerdote dijo unas palabras de su biblia… y otras que… quedaron grabadas en mi mente “Lo que se quiere y se pierde… jamás se olvida ni se reemplaza, se aprende a vivir con su ausencia” Bajaron el féretro… y el llanto desconsolado de su madre y sus hermanas… era desgarrador, comenzaron a taparlo con tierra… y cuando ya terminó todo… la gente se fue a despedir de su familia.

Edward no me dijo nada, solo me abrazaba… igual que cuando Caroline estaba en el hospital, cuando ya no quedaba mucha gente… me acerqué a ellos. No sabía que decir, después de todo… había sido mi culpa… pero eso solo lo sabíamos los chicos y yo.

— Hola— le dije a la madre— Soy Elissabet— me presenté estirando mi mano, la madre me miraba con una mirada… extraña, luego de unos segundo me atrajo hacia ella y me abrazó

— Él hablaba todo el tiempo de ti— susurró en mi oído— estaba realmente enamorado de ti

— Me encantaría haberle correspondido— susurré en su oído yo también

— Eres más linda de lo que él decía— me dijo una de sus hermanas, sonreí

— Gracias y ustedes son más grandes de lo que él decía. Me hablaba de sus hermanas menores como si fuesen niñas y… son… mujeres hechas y derechas— estaban alrededor de los diecisiete años, las imaginaba de ocho. Ambas sonrieron

— Gracias por estar para nuestro hijo— me dijo el padre, su mirada estaba llena de ternura.

— No, gracias a ustedes por educar a un hijo tan bien— les sonreí débilmente

— Nos tenemos que ir, señor— hablo un chico de cabello negro, también usaba gafas negras. De seguro era su chofer

— Está bien Thomas— ¿Thomas? — Fue un gusto conocerte Elissabet— sonrió el padre. Me despedí de todos con un fuerte abrazo y ellos se fueron.

— ¿Vamos?— preguntó Edward, yo asentí.

— ¿Y los bebés?— pregunté alarmada

— Se los llevaron Taylor y Caroline. Tú y yo tenemos que hablar— Edward estaba serio

—Okey — le dije.

Caminamos en silencio hasta el automóvil, ¿De qué quiere hablar? ¿Por qué está tan serio? Me abrió la puerta del copiloto, estaba entrando cuando escuché un grito, me gritaban a mí. Era mi nombre el que gritaban. Miré hacia atrás y vi un chico corriendo hacia mí, salí del auto e instantáneamente vi el ceño fruncido en la frente de Edward

— ¡Elissabet!— se acercaba más y más, era… ¿Thomas?

— Hola— dije insegura de quien era, no sé si fuese Thomas… no lo veía hace dos años

— ¿No me recuerdas verdad? — Negué con la cabeza— Soy Thomas— sonrió

— ¿Thomas? ¿El Thomas de cuando llegamos a Londres? — el asintió y yo lo abracé instantáneamente

— Tanto tiempo sin saber de ti o de tu hermano— la mano de Edward se colocó en mi cintura

— Sí, nunca supe más de ti.

— Es que terminé con mi novia y me cambié de casa para no recordarla— contó— ¿Y tú? ¿Qué haces acá?

— Yo…

— Vinimos al funeral de Alexander— dijo Edward por mí— Mucho gusto, soy Edward… su esposo— extendió su mano

— Thomas Winston— estrechó la mano que le ofrecía— viejo amigo de Elissabet— Edward sonrió— ¿Así que te casaste?

— Sí— sonreí— Felizmente casada

— ¿Y hace cuánto te casaste?

— Hace más o menos diez meses

— Vaya— sonrió— bueno me tengo que ir, fue realmente un gusto haberte visto nuevamente— se acercó a mí y besó mi mejilla

— Para mí también fue un gusto— sonreí

— Te dejo mi número, debemos salir definitivamente— me pasó su tarjeta— obviamente los tres— sonrió hacia Edward

— Seguro— dijo Edward con su típico tono de “ya quisieras idiota”

— Yo te llamo— le dije

— Esperaré tu llamado— se alejó— estás más bellísima que antes— se giró y le sonreí, vi cómo se alejaba

— ¿Vamos o también lo acompañaras a su casa?— dijo Edward molesto abriendo mi puerta

— ¿Qué estás diciendo?— pregunté sin subirme

— Nada, sube— exigió

Esto terminará en pelea seguro, me subí al estúpido auto y él también. Nos fuimos el camino en silencio, de repente lo miraba de reojo y su mandíbula iba muy tensa, ¿Por qué está tan enojado? ¿O tan serio?

No conocía el camino en el que íbamos pero supongo que Edward sí, en una esquina dobló y vi una casa… en la playa ¿Me había traído a la playa a hablar? Se estacionó y yo me saqué el cinturón de seguridad, me bajé antes de que me abriera la puerta y miré la casa que estaba en frente.

Edward bajó del auto y caminó hacia la casa sin decirme palabra alguna, lo seguí en silencio. Entró a la casa y dejó la puerta abierta para que yo entrara, vi como caminaba hasta la cocina. Me quedé admirando la casa, era pequeña y de un solo piso, pero era acogedora. Tenía pocos muebles, era de madera de un color caoba.

— Ten— dijo Edward a mis espaldas, me giré y me tendía un vaso con sangre. Madre mía… delicioso, no tomo desde hace cuatro días

— Gracias— sonreí lo más tierna que pude, vi que su mirada seguía igual de antes

— Siéntate— me dijo.

Miré los asientos y me senté en el que era individual al frente del que era para tres personas, bebí de un sorbo el vaso con sangre y lo dejé en la mesita que había, Edward se sentó en frente mío. Su ceño aún estaba fruncido

— ¿Y bien? ¿De qué quieres hablar? — pregunté


— Elissabet… quiero el divorcio

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Sí, leyeron bien. Él quiere el divorcio, ¿Qué dirá Elissabet? ¿Qué pasará con los gemelos? ¿Por qué se lo habrá pedido?

Estas y todas sus preguntas, serán contestadas en el próximo episodio de "El amor todo lo puede"

Espero que me sigan leyendo ^o^

2 comentarios:

  1. Que como q quiere el divorcio que diablos q pasó

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  2. Que no puede ser no que no podia vivir sin ella ¿Y quien es thomas? no me acuerdo de el y actualiza pronto xfa :)

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